30 Mayo 2014 (Lluvia de Primavera)

                               Hola buenos días hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

                               LLUVIA DE PRIMAVERA.

                               Ya estábamos todas entusiasmadas con la llegada del verano. Las más atrevidas incluso habían sacado las camisas y se habían quitado mantas de la cama. Sin embargo, ¡nos hemos adelantado! Aún es primavera, y la lluvia ha querido tener su momento de protagonismo.

                               Todo el día lloviendo. En eso soy como mi abuelo: Un día de sol levanta el ánimo, pero la lluvia... parece que quita las ganas de todo.

                               Así estaba refunfuñando desde primera hora de la mañana. Lo mejor es que estaba convencida de que no era la única. Durante la Eucaristía me fijé en una de las monjas mayores. Aunque había intentado colocarlos de forma disimulada, se podía adivinar fácilmente que llevaba al menos dos jerseys. Además estaba tirando de las mangas, intentando cubrise con ellas también las manos. Cuando se junta el frío y la humedad, ¡la pobre lo pasa fatal!

                              Siguió lloviendo todo el día. Al final de la tarde fuimos a rezar vísperas y volví a encontrarme con esta hermana. Debajo del hábito seguía llevando los dos jerseys y quién sabe cuántas camisetas, pero ahora también llevaba por encima el poncho blanco que tenemos para el invierno. No pude evitar mirarla con compasión...

                              Empezamos las vísperas. Los salmos, la lectura... Al llegar las preces, en el momento en que se pueden presentar las intenciones libres, esta hermana, que llevaba todo el día pasando frío, alzó la voz:
                              -Te damos gracias, Señor, por la lluvia, porque has calmado los campos sediendos. Te presentamos a todos los labradores, ¡gracias por cuidarles, Señor!

                               Esa petición me dejó de piedra. Yo había imaginado que lo estaba pasando fatal, pero, evidentemente, estaba equivocada. El amor había calentado su corazón, no se quejaba por la lluvia... ¡daba gracias por ella!

                               Hoy el reto del amor es buscar el bien de los demás. ¡Eso es lo que hace Cristo! Se pasa el día buscando nuestro bien, sufre cuando te ve triste, se alegra con tu alegría. Él se muere (literalmente) por hacerte feliz. Pon tu corazón en sus manos, para que lo transforme con su amor. Él te llenará con su fuego y te dará unos ojos nuevos para descubrir aquello que necesita esa persona que está a tu alrededor. Hoy busca su bien, dale la mano, alégrate con sus alegrías... Cristo te cuida en cada segundo, y así, de su mano, tú también podrás cuidar a los demás. ¡Feliz día!

¡VIVE DE CRISTO!

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