11 Abril 2014 (De Reparaciones)

                                  Hola buenos días hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

                                  DE REPARACIONES

                                  El otro día estábamos (una vez más) ordenando nuestra bonita, querida y siempre desordenada sala. De pronto sonó el teléfono.
                                  -¿Sión? -sonó la voz de la priora al otro lado
                                  -¡Sí!
                                  -Oye, ¿has salido hace un rato del desván del Noviciado?
                                  -Pues sí... ¿cómo lo sabes?
                                  La priora no pudo aguantar más la risa.
                                  -Nada, nada... me ha llamado Lety desde el móvil ¡Que las has dejado encerradas!
                                  -¿Yoooooo?

                                 Tras batir un nuevo record mundial en los 400 metros obstáculos, llegué al desván. El tornillo del picaporte, que ya llevaba unas semanas bailando, había desaparecido. ¡La cerradura estaba colgando!
                                  -Je je... ya decía yo que la puerta había hecho un ruido un poco raro al cerrar... -expliqué a las rescatadas...

                                  He estado observando mucho esta cerradura. Por el lado del desván está perfecta, todo en su sitio... pero, como por el otro lado se había caído, por mucho que movieran el picaporte la puerta no se movía. Sólo se podía abrir desde fuera.

                                  ¿Sabes qué? Después de orarlo mucho, creo que de vez en cuando todos tenemos atrancada la puerta de nuestro desván: esa situación, esa persona que, lo enfoques por donde lo enfoques, siempre acaba sacándote de tus casillas. Estoy segura de que has intentado cambiar con todas tus fuerzas, pero a cada propósito le sigue su fallo. Haces todo lo que puedes por abrir esa puerta, te esfuerzas, abrillantas la cerradura, aprietas los tornillos, pero, cuando llega el momento de abrirla, no hay manera.

                                  ¿Y si estuviese mal el picaporte? ¿Y si sólo se puede abrir desde el otro lado? ¡Esa es la esencia de un rescate! ¡Que no puedas hacerlo por ti mismo! Si puedes, ya no hay rescate.

                                   Hoy el reto del amor es presentarle a Cristo todas las puertas atrancadas que tienes en tu corazón. Si tú no puedes abrirlas, entonces necesitas que te rescaten. Cristo no será Salvador si tú no te sientes salvado. ¡Y él está deseando reparar tus cerraduras! Sin pedirte permiso, ha muerto por ti. Como dice san Pablo: Habéis sido rescatados a precio de la sangre de Cristo. Por la sangre de Jesucristo ninguna puerta es un callejón sin salida, ni siquiera la muerte. Él tan sólo espera que le des permiso para entrar. ¿Por qué no coger hoy el teléfono de la oración para pedir ayuda? Simplemente, di: “Estoy atrapado, necesito que me rescates” El resto, es cosa suya. No te preocupes, ¡estás en manos del mejor especialista! ¡Feliz día!

¡VIVE DE CRISTO!

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