24 Marzo 2014 (Capítulo de Diálogo)

                              Hola buenos días hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un buen día.

                              ¿LIMPIAR SENTADAS?

                              En el monasterio la limpieza a fondo de la cocina se hace los jueves. A la que le toca cocinar ese día, le toca limpiar. Pues bien, este jueves nos ha tocado al Novi. Lety nos encargó a Israel y a mí que fuésemos a la cocina, ella y Julia se irían a trabajar a toda velocidad al noviciado.

                              Después del desayuno, Israel y yo nos quedamos solas en la cocina. Tranquilamente nos cogimos un par de banquetas y nos sentamos mirando por la ventana. Juntas dimos gracias al Señor por el nuevo día. También le pedimos que nos enseñara en esa jornada a trabajar en equipo, y que Él fuera nuestro capitán. Acto seguido, hicimos un repaso de la lista de tareas: limpiar la ventana, barrer y fregar las escaleras que llevan al piso de abajo, el fregadero, la despensa... y, por supuesto, la comida de las monjas.

                               En esas estábamos cuando, de pronto, apareció sor Ana por la puerta, cargada hasta arriba con un montón de cajas de verduras.
                               -Míralas que majas... -dijo riéndose con mucha guasa- Ahí, sentaditas, mirando por la ventana... Cualquiera diría que no tenéis nada que hacer. ¿Estáis en capítulo de diálogo o qué? (Nota de la traductora: el “capítulo" es la reunión de las monjas con voz y voto del monasterio para tomar decisiones)

                               Nos echamos a reír.
                               -Sor Ana -le dijimos- ¡Sin diálogo no hay trabajo en equipo!
                               -Bueno, bueno -respondió ella, no muy convencida- Pero, por favor, no os olvidéis de que las monjas tienen que comer...

                              Y sí, sí, después de organizarnos, trabajamos sincronizadísimas y todo salió a tiempo.

                              Hoy el reto del amor es organizar un capítulo de diálogo. La verdad es que, cuando se acumula el trabajo, la gran tentación es ponerse corriendo a trabajar cada uno por su cuenta, para no perder tiempo. Y puede que estemos en la misma sala... ¡pero realmente estamos muy lejos unos de otros!

                              Pon en las manos de Cristo los proyectos y planes que tienes para hoy. ¡Deja que sea él tu capitán! Y, sobre todo, preséntale a todos aquellos con los que compartirás el día. Con el ajetreo de la semana, es posible que haga mucho tiempo que no te sientas a hablar tranquilamente con cierta persona, o que esa otra necesita ser escuchada, o... ¡Ellos son el equipo que te ha regalado el Señor! Pídele un corazón atento para hoy cuidar a los tuyos... ¡y que Cristo haga más fuertes los lazos que os unen! ¡Feliz día!

¡VIVE DE CRISTO!

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