29 Marzo 2014 (Déjate Levantar por Jesús)

                               Hola buenos días hoy el reto del amor es no desanimarte por las caídas, déjate levantar por Jesús

                               Ayer por la tarde a las 19:00 tuvimos vía crucis comunitario, la verdad llegue a el, después de un día duro, y casi no podía ni orar. Cuando llegue a la tercera estación me sentí abrazada por el Señor. Si, Jesús cae por primera vez.

                               ​En el suelo, mi Dios... Tan acostumbrada estoy a mirar al cielo para verte que esta estación no deja de asombrarme. Mi Dios en el suelo... no ya el misterio de la encarnación ¡que ya es bastante!. No sólo contemplar que Dios se ha abajado hasta hacerse hombre... ¡muchísimo más!. Mi Dios encarnado, en el suelo.

                               ​¡Es tanto el peso de la Cruz... es tanta la carga que te han echado que tu humanidad santísima se resiste y cae; no es teatro, no lo haces para ganar puntos ¡caes realmente!. Te das con la frente en el suelo. Besas el suelo, no como saludo, sino amando mi barro, barro-polvo-lodo del suelo.

                               ​Es el beso tuyo a mi realidad más profunda, besas mis caídas. ¡Lo que no se asume no se redime!. Besas el suelo que mil veces -mejor mil veces mil- me ha acogido... besas el suelo de mis caídas.

                               ​No quiero pensar que caíste porque tropezaste con una piedra, aunque en ella estuviera escrito mi nombre. En tu pasión nada es por casualidad. Caes porque quieres -porque has asumido voluntariamente- mi debilidad; porque quieres abajarte donde yo suelo estar por el peso de mi pecado -de cada uno de ellos- y de todos. Quieres experimentar desde mi sitio lo que es caer y lo que cuesta levantarme y lo duro que resulta volver a coger el compás, el ritmo de la andadura.

                               ¡Caído! Seguro que alguien te ayudó a levantarte; seguro que hasta con malos modales; te golpearían, te insultarían, te darían patadas... dice el refrán que del árbol caído hacen astillas.

                               ​En esto no coinciden tus caídas y las mías. Yo, sí me caigo, pero cuando estoy en el suelo siempre se acerca tu mano amorosa para levantarme... Tú haces la fuerza para incorporarme; Tú me dices palabras de aliento, de misericordia; Tú me recuerdas mi dignidad: ¡Hijo mío! y Tú me das impulso para seguirte.

                              ​Tu pasión sobrepasa, con mucho, el amor que cabe en mi cabeza... ¡sólo el amor de Cristo puede entenderlo!

                              Hoy déjate levantar y vuelve a caminar. Que tu Amor sea más fuerte que tu pecado, que la Gracia preceda en todo a tu vida. Cristo quiere que seas feliz.

                              Te deseó un feliz día DANDO LA VIDA.

¡VIVE DE CRISTO!

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