16 Mayo 2014 (Ser como... la Luna)

                              Hola buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor.

                              Esta noche del viernes en el programas de radio María: " hay mucha gente buena", Inés nos va ha compartir su testimonio desde el convento, el programa empieza a las 12:00 de la noche. En el hablara de que busca una persona cuando se acerca a un monasterio... No te lo pierdas. Que pases un feliz día.

                              COMO EL SOL

                              El otro día, paseando por la huerta, había un sol radiante. Íbamos disfrutando del canto de los pájaros, de las primeras flores... Realmente, a Jesús tenía que encantarle la naturaleza. ¡Tantas veces aparece en sus parábolas! Me imaginaba a Cristo, caminando junto al lago con sus discípulos, hablando del Reino, caminando bajo el Sol... ¡Hey, un momento! ¿El Sol?

                             De pronto, el Señor me hizo caer en la cuenta. Los pájaros y las flores han ido naciendo y muriendo. El Sol no. Eso significa... ¡que hoy nos alumbra el mismo Sol que miraba Jesús! Es exactamente el mismo Sol que le vio crecer, predicar, el que le vió morir. Es el mismo Sol que alumbraba el camino a los hombres de Emaús, y el que al día siguiente les encontró en Jerusalén gritando: “¡Ha resucitado el Señor! ¡En verdad ha resucitado!”.

                             Este Sol es el mismo del que Jesús dijo que su Padre, en su misericordia infinita, lo hace salir para buenos y malos. Él es testigo del amor de Cristo: nos da luz, calor, vida. Y, cada mañana... ¡sale para todos! El Sol proclama en su carrera diaria que nadie está excluido del amor de Jesucristo.

                             Hoy el reto del amor es ser como... la Luna. Sí, sí, como la luna. Parece que lo que pega ahora es decir que el reto es ser como el Sol, pero eso supone un fracaso total. ¿Acaso eres capaz de amar a todos, a buenos y malos, a los que te ayudan y a los que parece que su deporte favorito es poner zancadillas? No, nosotros no podemos amar así. Por eso hoy te invito a ser como la Luna. Ella, al igual que nosotros, no tiene luz propia. Sin embargo, ¡cómo brillaba esta noche! Simplemente recibe la luz del Sol... ¡y la refleja!

                             A lo largo del día, cuando vayas por la calle y veas la luz del Sol, o sientas su calor en tu piel, ¡sonríe, es un guiño del Señor! Te está recordando que el amor de Cristo por ti es incondicional, para siempre. Recibe la luz de su amor, llénate de ella. No hace falta que hagas más, el resto es matemática pura. Cuando su amor te llena por dentro, ¡tu cara lo refleja! Basta con ser como la Luna... ¡Feliz día!

¡VIVE DE CRISTO!

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