El reto de hoy es buscar.
Ayer fue un día precioso: la Sagrada Familia. Y como es tradición en nuestro Monasterio, "el Niño se perdió y fue hallado en el Templo".
Si, este día, después del desayuno la Madre Priora nos lee una serie de pistas, porque se ha perdido el Niño y tenemos que encontrarlo. Es un Niño pequeñito como de un dedo de largo, que cada año se pierde en este día. La monja que lo encuentra se lo lleva a su celda durante todo ese año hasta este día.
Después de leernos las pistas, todas las monjas salimos corriendo a buscarlo por todo el claustro y sus alrededores.
Ayer tardamos un rato en encontrarlo, todas pasamos por delante de Él varias veces si verlo, hasta que por fin dimos con Él.
Lo encontramos las del noviciado metido dentro de una estrella que es como una bola de Navidad con forma de estrella.
Inmediatamente fuimos a la sala a celebrar que el Niño ha sido encontrado, y una monja dijo: "Jo, estas peques del noviciado se lo llevan ya varios años, será que lo necesitan". Y otra monja dijo: "ojala buscásemos a Cristo así cada día del año".
Inmediatamente fuimos a la sala a celebrar que el Niño ha sido encontrado, y una monja dijo: "Jo, estas peques del noviciado se lo llevan ya varios años, será que lo necesitan". Y otra monja dijo: "ojala buscásemos a Cristo así cada día del año".
Y esto me impactó mucho. Porque es impresionante ver como da igual que edad, que rango, que todas, incluso las más mayores nos pusimos a buscarlo. Todas queríamos encontrarlo y para ello, nos olvidamos de que somos mayores y nos convertimos en niñas. Esta fue la clave.
Levantamos cuadros, plantas, telas, movimos muebles, santos, pero estaba ahí, en la estrella que todas habíamos visto.
Levantamos cuadros, plantas, telas, movimos muebles, santos, pero estaba ahí, en la estrella que todas habíamos visto.
Hoy el reto del Amor es buscar a Cristo así, como un niño, como si no fuésemos mayores, sabiendo que Él está siempre a tu lado, Él permanece, nunca se ha ido, y pidiéndole unos ojos de niño que te muestre cual es tu estrella de hoy, la que te conduce a Cristo, la que te hace dejar tu razón y no parar hasta experimentarlo vivo y real.
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