Hoy nos lleva al Señor Julia, que paséis un Feliz día.
Para todas las cosas, en el noviciado, tenemos una misma contraseña, el otro día, Sión tuvo que rellenar un formulario para algo común teniendo que introducir una contraseña y en lugar de poner la de siempre innovó. Cuando llegamos, exultante de alegría nos dijo: ¡chicas! ¿A qué no sabéis que contraseña he puesto? a lo que todas contestamos diciendo la que siempre ponemos, pero...esta vez nos sorprendió con un "todos para uno, uno para todos" ¡imaginaros nuestra cara! es muy bonita por su significado pero… ¡Cualquiera se acuerda o la escribe bien!, tranquilos que como los Mosqueteros solucionamos el problema volviendo a la anterior y tema zanjado. Pero ayer...las contraseñas volvieron al ataque; este fin de semana tenemos jornada con matrimonios, nos faltaban "tablets" para que puedan seguir la liturgia y tuvimos que recopilar de hasta debajo de las piedras, una monja nos dio uno que no pudimos encender por que... ¡no se acordaba de la contraseña!
Y a ti ¿no te pasa? El pin del teléfono, contraseña del correo, la del banco, un curso “on line”, una suscripción... y al tercer intento... ¡todo se bloquea y que jaleo para recuperarla! Ahora en la oración pienso en tantas personas que tenemos en el corazón, en esas en las que de una forma u otra quieres entrar para ayudar, tus hijos, tus amigos, tus compañeros de trabajo... Para los seres humanos, solo hay un pin, una contraseña que nunca falla ¿cuál es? el AMOR, no hay otra, solo tiene cinco letras y no tiene números entre medias para que no te confundas. Si al hablar metes la clave de "imponer", al corregir la de "culpabilizar", al aconsejar la de "ignorante", al decir algo después de un mal rato "ira" ... cuando son utilizadas esas contraseñas, tenemos un mecanismo por el cual todos nos bloqueamos y sentimos dolor ante este tipo de contraseñas fallidas y ¿si hoy utilizamos todos la misma? ¿Probamos con AMOR? El otro se te abrirá, obedecerá, te escuchará, aprenderá, no sentirá dolor... por que se sentirá acogido, querido, aceptado, abrirá su corazón, cambiará... Cristo vivió de ello y es lo único que nos pide ¿probamos?
¡VIVE DE CRISTO!
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