EL CAMIÓN DE LA FRUTA.
Hace mucho tiempo que cada miércoles al abrir la puerta del convento siento una gran admiración por los hombres del camión de la fruta; me explico: cada miércoles en la plaza delante del convento, hay mercadillo, y ya aplaste el sol en verano o caigan chuzos de punta en invierno, ahí están como clavos a tempranas horas de la mañana. Cuando más me admira es con estos fríos heladores, cuando se ven los tejados y los coches blancos de hielo, o llueve a cántaros; y ahí están ya con su camión y sus mesas y la fruta extendida. Intento adivinar su actitud observando por un momento sus gestos y los veo serenos, cumpliendo su deber y recios de espíritu y de voluntad; comprendo que es su trabajo, el sustento de su familia y que, aun siendo duro, lo hacen felices de poder trabajar, es su vocación y Cristo les da la gracia necesaria. Pero a mi esto me va calando y me enseña a ver lo que uno es capaz de hacer cuando tiene una noble motivación y los admiro. Por supuesto que lo traslado a mi vida concreta ¡¡cuántas veces por mucho menos yo me hago de rogar, o me crezco de haber hecho, o no hago con alegría mis oficios cotidianos, o...!! Y me acuerdo de los del camión de la fruta.
Pero hay mucho más. El miércoles pasado hacía un frío especial y mi corazón recibió una nueva luz: veía lo de siempre, con la admiración de siempre, pero me di cuenta de la actitud de ESPERA en estos hombres, la plaza estaba desierta de gente y, sin embargo, ellos extendían su fruta con energía y esmero; sabían que la gente vendría. De pronto yo recordé el pasaje evangélico de "las vírgenes" las que esperaban a su Señor a la puerta del Banquete con las lámparas. Me sentí interpelada, oye, y tu ¿cómo inicias tu día, cómo extiendes tu mesa, qué actitud late en tu corazón, cómo es tu espera, tienes a punto tu lámpara y tu aceite para entrar en el momento que se abra la puerta?
En ese momento yo acabo de vivir la Eucaristía, llevo literalmente a Cristo dentro de mi, y se me encendió el fuego del deseo de vivir cada instante en Su presencia, en actitud de adoración, en la alegría de plantarme por la mañana y extender mi tenderete y gritar a todos los que pasen, como un vendedor: "Cristo te ama, sé Feliz, prueba a dejarle entrar en tu vida." Porque entonces experimentaremos que " ni el frío, ni la espera, ni el esfuerzo ni... nada nos podrá separar del Amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús.
El reto de hoy es claro:
¡VIVE. DE CRISTO!
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