En el jardín del noviciado tenemos un rincón donde vamos acumulando la leña para el invierno. Cuando llega el otoño hay que poner un plástico grande para mantenerla seca, pero con la famosa frase “mañana sin falta lo hacemos" hemos llegado a enero y el plástico sigue perfectamente doblado en su bolsa. La verdad es que estos últimos meses no ha habido mucho problema, pero esta semana nos ha caído el diluvio universal... y ahora ya no hay quien encienda la gloria. Lo mejor es que esta semana me toca a mí encender, así que estoy teniendo tiempo más que de sobra para darle vueltas a la leña mojada.
Es curioso. Durante estos meses de otoño también ha llovido, pero los troncos se iban secando de una vez para otra. Sin embargo, ahora acumulan la humedad y cada día la cosa está más empapada...
Hoy el reto del amor es dejar que el Sol seque tu leña. Riéndome con el Señor de nuestra leña mojada, me he dado cuenta de que nosotros también somos unos troncos puestos al aire libre. Cuando llega una tormenta, nos mojamos y, a veces da la sensación de que es imposible volver a encender el fuego. Justo entonces me ha venido a la cabeza una frase de Lety: “¡Hay que vaciar cada día la mochila!" Es imposible hacer que no llueva... ¡lo importante es no acumular humedad, dejar que Cristo seque nuestra leña cada día!
Hoy te invito a que dejes en sus manos todo lo que te pesa, todo lo que te impide volar. ¡Cristo te regala un día totalmente nuevo! ¿Cómo? ¿Que tu leña ya está muy mojada? Tranquilo, Cristo es el Sol que va a secarla. Siéntate, estate un rato con él, deja a un lado tu experiencia y déjate sorprender. ¡Jesús hará que tu día sea una hoguera de amor donde todos puedan calentarse! ¡Feliz día!
¡VIVE DE CRISTO!
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